En trece meses han muerto los dos políticos cordobeses más importantes desde 1983. Fueron dos líderes fuertes que acaso se extrañen, fundamentalmente en tiempos de zozobra, si se observa la camada dirigencial que asoma.
A lo largo de sus 68 años de vida, convivieron en él la persona y el sujeto histórico. La persona era alguien de trato afable, seductor, perseverante, culto, arrojado. El protagonista tuvo alta gravitación en la vida política cordobesa y nacional durante varias décadas. En su provincia alcanzó su mayor logro, alcanzando tres veces la gobernación de Córdoba.
La partida repentina del ex gobernador deja en orfandad a un sector del peronismo cordobés que ahora deberá rebuscársela para encontrar su lugar en el mapa interno.
José Manuel de la Sota intentó llegar a la Casa Rosada en repetidas oportunidades. En los últimos tiempos, trataba de articular las distintas variantes del peronismo detrás de su candidatura presidencial. Su fallecimiento producirá un impacto importante en el rompecabezas nacional.
José Manuel de la Sota facilitó el desembarco del PRO en Córdoba, pero cuando el ex jefe de Gobierno porteño recaló en la Casa Rosada se convirtió en uno de los dirigentes más cáusticos con la gestión de Cambiemos. La muerte lo sorprendió articulando la unidad del PJ.
La semana pasada, se experimentaron en Córdoba las fatídicas consecuencias de la reconversión rockera, cuando radios de ese género, como Rock And Pop, Vorterix y Apolo, dejaron de salir al aire, a partir de los nuevos parámetros de rigen los flujos económicos según las actuales tecnologías.
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